Esta mañana hemos estado en el colegio bilingüe Santa Teresa (de Aranjuez) hablando con los chavales de 5º curso sobre sostenibilidad, casas pasivas y edificios de consumo casi nulo. ¡Ha sido una gran experiencia!
Hemos acudido al colegio acompañadas por el arquitecto Francisco Domínguez, arquitecto municipal de Aranjuez. La clase se inscribe dentro de una asignatura en que los alumnos reciben conocimientos sobre edificios eficientes, sostenibilidad, energías renovables… Hemos pasado dos horas muy entretenidas con los chicos explicándoles los principios básicos necesarios para lograr que los edificios casi no necesiten instalaciones de calefacción ni de refrigeración y las estrategias a seguir para conseguir ciudades más agradables para vivir en ellas.
Empezamos la sesión con el experimento del «cubo de hielo». En este caso, fabricamos una versión de dicho experimento de un modo muy artesanal. Llevamos dos pequeños tuppers a la clase. Uno de ellos lo habíamos forrado previamente por el interior con un poco de EPS. Al inicio de la clase metimos unos cubitos de hielo en el interior de ambos tuppers y se lo enseñamos a todos para que vieran que allí no había ni trampa ni cartón. Cerramos los tuppers y les explicamos qué es un material aislante térmico y cómo esperábamos que acabara el experimento (obviamente, con los hielos del tupper sin aislante derretidos, y los otros bastante más congelados).
Comenzamos la clase con la exposición de RCarquitectura, en la que utilizamos parte de las imágenes y dibujos contenidas en el Manual para que dejemos de tirar la energía elaborado por Slow Energy España, hablando de sostenibilidad, del calor, de estrategias para combatir el frío en el invierno y el calor en el verano, de cómo queremos que sean los edificios en el futuro próximo… Después pasamos el turno a nuestro colega Francisco Domínguez, que habló del espacio, del tiempo, de la ciudad, de cómo algo que funciona a una determinada escala puede que no lo haga si crece (¿qué pasa cuando un pueblo se convierte en ciudad?), y de los problemas que esto puede comportar, por ejemplo, en el uso del coche.
Al terminar, llegó el momento de la verdad. ¿Qué habría pasado con los cubos de hielo que habíamos metido en los tuppers? ¿Se habrían comportado como esperábamos? Abrimos los tuppers ante la expectación de los niños y… ¡Por supuesto que lo habían hecho! Como era de esperar, los hielos del tupper sin aislamiento estaban derretidos casi en su totalidad; pero los hielos del tupper protegido ¡estaban casi casi como al principio!
La experiencia ha sido, como decía al principio, muy satisfactoria y positiva, sobre todo por la actitud receptiva de los niños, que en todo momento mostraron un enorme interés por lo que contábamos, participando muy activamente todo el tiempo y preguntando sin parar todas las dudas que se les pasaban por la cabeza.
Agradecer también a los profesores su amabilidad y su buena disposición y comprensión hacia unos arquitectos (nosotros) que ¡nunca nos habíamos enfrentado a más de 40 niños de 10 años! ¡Esperamos repetir el año que viene!